¡Qué alguien me quite la diabetes!

¡Qué alguien me quite la diabetes!

¡Qué alguien me quite la diabetes!

Hace algunas semanas me lo repetí tantas veces.

Y es que, en ese momento me sentía como cuando tu clóset está atiborrado de prendas, prendas que sabes que has ido regresando sin un orden y que se van amontonan con todas esas otras que no sabes que tenías. Y sabes que, irremediablemente, necesitas sacarlas todas para comenzar de nuevo, para saber qué se queda y que se va, para saber la dimensión del problema.

Así veía a mi diabetes. Necesitaba vaciar ese clóset y empezar de nuevo. Estaba harta y saturada de cifras locas, de hipoglucemias. Ese clóset estaba harto de sostener todas las manías, los descuidos y por supuesto, ¡la diabetes!

Pero no es tan fácil, no hay una pausa en donde el clóset simplemente se quede vacío, el clóset está lleno, es infinito, es imposible vaciarlo, es imposible sacar todo. Entonces, no queda más que intentar acomodar lo mejor que se pueda la maraña de ropa mientras sigue ahí adentro. No queda más que acomodar todo mientras tienes un calcetín en la frente y estás sobre una pila de ropa que ya no te queda, pero que guardas “por si algún día”

Yo, yo soy ese clóset que no se puede vaciar. Yo, soy ese YO junto a la diabetes y así, juntas, debemos aprender a arreglar todo esto.

Sin pausas, sin borrón y cuenta nueva. Sin descartar ni quitar nada.

No, nadie me va a quitar la diabetes para poder “arreglarla”, nadie me va a dar una pausa y como siempre, a regañadientes, hay que afrontarlo con lo que se tiene.

Es cierto que preferiría no tener que agobiarme con ello y dejar de decirme ¡Qué alguien me quite la diabetes! 3 veces por mes, pero estoy segura que sin la diabetes, mi vida sería bastante aburrida.

Escucha este soliloquio en el episodio del pódcast Sin dos de azúcar

Leave A Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *